Las aves alzan el vuelo, y el aire fresco respira, una danza entre los árboles, tan libre y tan divina.

El arroyo canta alegre, susurra con suavidad, y en su pecho lleva el canto de lo que hace reinar.

Los paisajes son voces, que tejen un arpegio, y cada hoja que sopla me habla de un mundo entero.

Quiero ser parte de esta danza, y hallarme en el viento, la vida es un soplo, y la naturaleza es un templo.

  • Manuel José Quintana